Últimamente me sorprendo mucho a mi misma. Solía proclamar a gritos mis ideales e intentar cambiar el mundo. Ahora ya solo permanezco callada, observando y observado. No digo nada. Mi silencio es puramente silencio. He llegado a la conclusión de que por mucho que intente ayudar a una persona o a un colectivo jamás podré hacerlo si esta/e no quiere mi ayuda. Si en vez de grandes aventuras prefieren rutinas y pensamientos programados. Hay personas que tienen una llama increíble en su interior, pero parece como si tuvieran miedo de lo mucho que pueda arder. Como si tuvieran miedo de descubrir su propio camino, su propio 'yo'. En respuesta a mi forma de ser, intentan anularme, diciendo que lo pienso, que mis ideales no me llevaran a lado ninguno. Que las normas establecidas por una sociedad están para seguirlas, pero, ¿qué tiene eso de divertido? ¿O de coherente?
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Dicen que todos debemos ser tratados por igual y la gente parece estar de acuerdo. Pero, ¿qué es esto? ¿Acaso eres igual que tu vecino, tu hermano o tu presidente? Yo no quiero que me traten como una chica, o como una ciudadana de una determinada nacionalidad, o un ser humano de una determinada raza. Solo quiero que me traten como un ser humano, como el animal que soy. Esa es la única etiqueta que quiero que cuelgue de mi cuello.
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Tenemos toda una vida que vivir, basta ya de poner barreras llenas de ideales inútiles. En mi mochila pienso llevar lo imprescindible para ser feliz, todo lo demás solo me pesará y en algún momento me echará atrás, y eso de mirar atrás no va conmigo.
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